viernes, 15 de marzo de 2019

El nacimiento del diablo (mito azteca)

...Hay una sierra que se llama Coatepec junto al pueblo de Tollán.
Allí vivía una mujer que se llama Coatlicue (faldellín de serpiente), que
fue madre de unos indios que se decían los cuatrocientos huitznahua,
los cuales tenían una hermana que se llamaba Coyolxauhqui. Coatlicue
hacía penitencia barriendo cada día en la sierra de Coatepec, y un día
acontecióle que andando barriendo descendióle una pelotilla de pluma,
como ovillo de hilado, y tomóla y púsola en el seno junto a la barriga,
debajo de las naguas. Después de haber barrido la quiso tomar y no la
halló y dicen que de ella se empreñó.
Como vieron los dichos indios llamados los cuatrocientos huitznahua
a la madre que ya era preñada se enojaron bravamente diciendo:
-¿Quién la preñó, que nos infamó y avergonzó?
Y la hermana que se llamaba Coyolxauhqui decíales:
-Hermanos, matemos a nuestra madre porque nos infamó, habiéndose
a hurto empreñado.
Después de haber sabido la dicha Coatlicue lo que se tramaba, pesóle
mucho y atemorizóse. Pero su criatura hablábale y consolábale, diciendo:
-No tengas miedo, porque yo sé lo que tengo que hacer.
Y después de haber oído estas palabras a la dicha Coatlicue aquietósele
su corazón y quitósele la pesadumbre que tenía.
Como los dichos cuatrocientos huitznahua habían hecho y acabado
el consejo de matar a la madre, por aquella infamia y deshonra que
les había hecho, estaban enojados mucho, juntamente con la hermana
que se decía Coyolxauhqui, a la cual le importunaba que matasen a su
madre. Los dichos cuatrocientos huitznahua habían tomado las armas y
se armaban para pelear, torciendo y atando sus cabellos como hombres
valientes. Uno de ellos que se llamaba Quauitlícac, el cual era como
traidor, iba a contar a Huitzilopochtli, que aún estaba en el vientre de
su madre, lo que decían los cuatrocientos huitznahua. Huitzilopochtli le
respondió diciendo:
-¡Oh tío mío!, mira lo que hacen y escucha muy bien lo que dicen,
porque yo sé lo que tengo que hacer...
Los dichos cuatrocientos huitznahua fueron a donde [estaba] su madre
Coatlicue, y delante iba la hermana suya, Coyolxauhqui, y ellos
iban armados con todas las armas y papeles y cascabeles, y dardos en
su orden. El dicho Quauitlícac subió a la sierra a decir a Huitzilopochtli
cómo ya venían los dichos cuatrocientos huitznahua contra él, a matarlo.
Díjole Huitzilopochtli respondiéndole:
-Mirad bien adonde llegan.
Y díjole el dicho Quauitlícac que ya llegaban a un lugar que se dice
Tzompantitlan. Mas preguntó el dicho Huitzilopochtli a Quauitlícac:
-¿Adónde llegan los cuatrocientos huitznahua?
Y le dijo aquél que ya llegaban a otro lugar que se dice Coaxalapa.
Mas otra vez preguntó Huitzilopochtli a Quauitlícac, diciéndole dónde
llegaban, y éste respondió diciéndole que ya llegaban a otro lugar que
se dice Apétlac. Otra vez le preguntó Huitzilopochtli diciéndole a dónde
llegaban, y le respondió diciéndole que ya llegaban al medio de la
sierra. Mas dijo Huitzilopochtli preguntando a Quauitlícac:
-¿Adonde llegan?
Y éste le dijo que ya llegaban y estaban muy cerca, y delante de
ellos venía la dicha Coyolxauhqui. Y en llegando los dichos cuatrocientos
huitznahua nació Huitzilopochtli, trayendo consigo una rodela que
se dice teueuelli, con un dardo y varas de color azul, y su rostro pintado
[con rayas transversales de color amarillo] y en la cabeza traía un pelmazo
de pluma pegado, y la pierna siniestra delgada y emplumada y los
dos muslos pintados de color azul, y también los brazos. Huitzilopochtli
dijo a uno que se llamaba Tochancalqui que encendiese una culebra
hecha de teas que se llamaba xiuhcóatl (serpiente de fuego), y así le enseñó
y así fue herida la dicha Coyolxauhqui que murió hecha pedazos,
y la cabeza quedó en aquella sierra que se dice Coatepec, y el cuerpo se
cayó abajo hecho pedazos. Huitzilopochtli se levantó y se armó y salió
contra los dichos cuatrocientos huitznahua, persiguiéndoles y echándoles
fuera de aquella sierra que se dice Coatepec, hasta abajo, peleando
contra ellos y cercando cuatro veces la dicha sierra. Los cuatrocientos
huitznahua no se pudieron defender, ni valer contra el dicho Huitzilopochtli,
ni hacerle cosa alguna, así fueron vencidos y muchos de ellos
murieron. Los dichos cuatrocientos huitznahua rogaban y suplicaban a
Huitzilopochtli, diciéndoles que no les persiguiese y que se retrajese de
la pelea. Huitzilopochtli no quiso ni les consintió, hasta que los mató
casi a todos, y muy pocos escaparon y salieron huyendo de sus manos,
y fueron a un lugar que se dice Huitzlampa. Les quitó y tomó muchos
despojos y las armas que traían que se llamaban anecuhiotl.

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