Y después dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores,
que se llamaban Tepeu y Gucumatz: «Ha llegado el tiempo
del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los
que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos
civilizados. Que aparezca el hombre, la humanidad sobre
la superficie de la tierra.»!
Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida:
Yac (el gato de monte), Utiú (el coyote), Quel (una cotorra
llamada chocoyo) y Hoh (el cuervo). Estos cuatro animales
les dijeron que fueran al pueblo de Paxil y les enseñaron el camino.
Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto
una hermosa tierra, llena de deleites, abundantes en
mazorcas amarillas y mazorcas blancas, y abundante también en
cacao y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos
y miel. Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel
pueblo llamado de Paxil.
Había alimento de todas clases, alimentos pequeños y grandes,
plantas pequeñas y grandes. Los animales enseñaron el camino.
Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas
blancas hizo Ixmucané, la diosa adivina, nueve bebidas. Y
de este alimento provinieron la fuerza y la gordura, y con él
crearon los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los
Progenitores, Tepeu, dios creador, y Gucumatz, padre y madre de
todo lo que hay en el agua.
A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la
formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo
y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron
los brazos y las piernas del hombre . . . Ünieamente masa de maíz
entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueren
creados.
Se dice que ellos sólo fueron hechos y formados, no tuvieron
madre, no tuvieron padre. Sólo por un prodigio, por obra de encantamiento,
fueron creados y formados por el Creador, el Formador,
los Progenitores: Tepeu y Gucumatz. Y como tenían
la apariencia de hombres, hombres fueron. Hablaron, conversaron,
vieron y oyeron, anduvieron, agarraban las cosas. Eran
hombres buenos y hermosos y su figura era de varón.
Fueron dotados de inteligencia. Vieron y al punto se extendió
su vista, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo.
Cuando miraban, al instante veían a su alrededor y contemplaban
en torno a ellos la bóveda del cielo y la faz redonda de la tierra.
Las cosas ocultas por la distancia las veían todas, sin tener
primero que moverse; enseguida, veían el mundo desde el lugar
donde estaban. Grande era su sabiduría. Su vista llegaba hasta
los bosques, las rocas, los lagos, los mares, las montañas y los
valles.
Estos son los nombres de los primeros hombres que fueron
creados y formados: el primer hombre fue Balam-Quitzé; el segundo,
Balam-Acab; el tercero, Mahucutah; y el cuarto, Iqui-Balam.
Entonces les preguntaron el Creador y el Formador:
-¿Qué piensan de su estado? ¿No miran? ¿No oyen? ¿No son
buenos su lenguaje y su manera de andar? ¡Miren, pues! ¡Contemplen
el mundo, vean!
-Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara,
hablamos, oímos, pensamos y andamos. Sentimos perfectamente
y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca. Vemos también
lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tierra. Les damos
gracias, pues, por habernos creado, ¡oh, Creador y Formador!,
por habernos dado el ser, ¡oh, abuela nuestra!, ¡oh, nuestro abuelo!
-dijeron dando las gracias por su creación y formación.
Acabaron de conocerlo todo y examinaron los cuatro rincones
y los cuatro puntos de la bóveda del cielo y de la faz de la
tierra.
Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto.
-No está bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras obras.
Todo lo saben, lo grande y lo pequeño -dijeron.
Y así celebraron consejo nuevamente los Progenitores.
'-¿Óué haremos ahora con ellos? ¡óue su vista sólo alcance
a lo que esté cerca, que sólo vean un poco de la faz de la tierra
!
jNo está bien lo que dicen! ¿Acaso no son por su naturaleza
simples criaturas y hechuras? ¿Han de ser ellos también dioses?
¿Y si no procrean y se multiplican cuando amanezca, cuando
salga el sol? ¿Y si no se propagan? -así dijeron.
-Refrenemos un poco sus deseos, pues no está bien lo que
vemos. ¿Por ventura se han de igualar ellos a nosotros, sus autores,
que podemos abarcar grandes distancias, que lo sabemos
y vemos todo?
Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los
ojos, los cuales se empañaron. Sus ojos se velaron y sólo pudieron
ver lo que estaba cerca.
Así fue destruida su sabiduría y todos los conocimientos de los
cuatro hombres, origen y principio de la raza quiche.
Así fueron creados y formados nuestros abuelos, nuestros padres,
por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra.
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